1 Niinä päivinä, kun paljon kansaa taas oli koolla eikä heillä ollut mitään syötävää, kutsui hän opetuslapsensa tykönsä ja sanoi heille:
6 Silloin hän käski kansan asettua maahan. Ja hän otti ne seitsemän leipää, kiitti, mursi ja antoi opetuslapsillensa, että he panisivat ne kansan eteen. Ja he panivat.
7 Heillä oli myös joitakuita kalasia; ja siunattuaan ne hän käski panna nekin kansan eteen.
8 Niin he söivät ja tulivat ravituiksi. Sitten he keräsivät jääneet palaset, seitsemän vasullista.
9 Ja heitä oli noin neljätuhatta. Ja hän laski heidät luotansa.
10 Ja kohta hän astui opetuslapsineen venheeseen ja meni Dalmanutan seuduille.
11 Ja fariseukset lähtivät sinne ja rupesivat väittelemään hänen kanssaan ja vaativat häneltä merkkiä taivaasta, kiusaten häntä.
13 Ja hän jätti heidät ja astui taas venheeseen ja lähti pois toiselle rannalle.
14 Ja he olivat unhottaneet ottaa mukaansa leipää, eikä heillä ollut muassaan venheessä enempää kuin yksi leipä.
16 Niin he puhuivat keskenään siitä, ettei heillä ollut leipää.
18 Silmät teillä on, ettekö näe? Ja korvat teillä on, ettekö kuule? Ja ettekö muista:
22 Ja he tulivat Beetsaidaan. Ja hänen tykönsä tuotiin sokea, ja he pyysivät, että hän koskisi häneen.
25 Sitten hän taas pani kätensä hänen silmilleen; ja nyt mies näki tarkkaan ja oli parantunut ja näki kaikki aivan selvästi.
30 Ja hän varoitti vakavasti heitä puhumasta kenellekään hänestä.
31 Ja hän alkoi opettaa heille, että Ihmisen Pojan piti kärsimän paljon ja joutuman vanhinten ja ylipappien ja kirjanoppineiden hyljittäväksi ja tuleman tapetuksi, ja kolmen päivän perästä nouseman ylös.
32 Ja tämän hän puhui peittelemättä. Silloin Pietari otti hänet erilleen ja rupesi häntä nuhtelemaan.
35 Sillä joka tahtoo pelastaa elämänsä, hän kadottaa sen, mutta joka kadottaa elämänsä minun ja evankeliumin tähden, hän pelastaa sen.
36 Sillä mitä se hyödyttää ihmistä, vaikka hän voittaisi omaksensa koko maailman, mutta saisi vahingon sielullensa?
37 Sillä mitä voi ihminen antaa sielunsa lunnaiksi?
1 EN aquellos días, como hubo gran gentío, y no tenían qué comer, Jesús llamó á sus discípulos, y les dijo:
2 Tengo compasión de la multitud, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer:
3 Y si los enviare en ayunas á sus casas, desmayarán en el camino; porque algunos de ellos han venido de lejos.
4 Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien hartar á estos de pan aquí en el desierto?
5 Y les pregunto: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete.
6 Entonces mandó á la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, partió, y dió á sus discípulos que los pusiesen delante: y los pusieron delante á la multitud.
7 Tenían también unos pocos pececillos: y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante.
8 Y comieron, y se hartaron: y levantaron de los pedazos que habían sobrado, siete espuertas.
9 Y eran los que comieron, como cuatro mil: y los despidió.
10 Y luego entrando en el barco con sus discípulos, vino á las partes de Dalmanutha.
11 Y vinieron los Fariseos, y comenzaron á altercar con él, pidiéndole señal del cielo, tentándole.
12 Y gimiendo en su espíritu, dice: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal á esta generación.
13 Y dejándolos, volvió á entrar en el barco, y se fué de la otra parte.
14 Y se habían olvidado de tomar pan, y no tenían sino un pan consigo en el barco.
15 Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los Fariseos, y de la levadura de Herodes.
16 Y altercaban los unos con los otros diciendo: Pan no tenemos.
17 Y como Jesús lo entendió, les dice: ¿Qué altercáis, porque no tenéis pan? ¿no consideráis ni entendéis? ¿aun tenéis endurecido vuestro corazón?
18 ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿y no os acordáis?
19 Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas espuertas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Doce.
20 Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Siete.
21 Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?
22 Y vino á Bethsaida; y le traen un ciego, y le ruegan que le tocase.
23 Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, y poniéndole las manos encima, le preguntó si veía algo.
24 Y él mirando, dijo: Veo los hombres, pues veo que andan como árboles.
25 Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y fué restablecido, y vió de lejos y claramente á todos.
26 Y envióle á su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas á nadie en la aldea.
27 Y salió Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó á sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?
28 Y ellos respondieron: Juan Bautista; y otros, Elías; y otros, Alguno de los profetas.
29 Entonces él les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dice: Tú eres el Cristo.
30 Y les apercibió que no hablasen de él á ninguno.
31 Y comenzó á enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.
32 Y claramente decía esta palabra. Entonces Pedro le tomó, y le comenzó á reprender.
33 Y él, volviéndose y mirando á sus discípulos, riñó á Pedro, diciendo: Apártate de mí, Satanás; porque no sabes las cosas que son de Dios, sino las que son de los hombres.
34 Y llamando á la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
35 Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
36 Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma?
37 ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
38 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles.