1 Ja he nousivat, koko joukko, ja veivät hänet Pilatuksen eteen.
6 Mutta kun Pilatus sen kuuli, kysyi hän, oliko mies galilealainen.
7 Ja saatuaan tietää hänen olevan Herodeksen hallintoalueelta hän lähetti hänet Herodeksen eteen, joka hänkin niinä päivinä oli Jerusalemissa.
8 Kun Herodes näki Jeesuksen, ihastui hän suuresti; sillä hän oli jo kauan aikaa halunnut nähdä häntä, koska oli kuullut hänestä, ja hän toivoi saavansa nähdä häneltä jonkin ihmeen.
9 Ja hän teki Jeesukselle monia kysymyksiä; mutta tämä ei vastannut hänelle mitään.
10 Ja ylipapit ja kirjanoppineet seisoivat siinä ja syyttivät häntä kiivaasti.
11 Mutta Herodes joukkoineen kohteli häntä halveksivasti ja pilkkasi häntä; ja puetettuaan hänet loistavaan pukuun hän lähetti hänet takaisin Pilatuksen eteen.
12 Ja Herodes ja Pilatus tulivat sinä päivänä ystäviksi keskenään; he olivat näet ennen olleet toistensa vihamiehiä.
13 Niin Pilatus kutsui kokoon ylipapit ja hallitusmiehet ja kansan
15 eikä Herodeskaan, sillä hän lähetti hänet takaisin meille. Ja katso, hän ei ole tehnyt mitään, mikä ansaitsee kuoleman.
17
19 Tämä oli heitetty vankeuteen kaupungissa tehdystä kapinasta sekä murhasta.
20 Niin Pilatus taas puhui heille, koska hän tahtoi päästää Jeesuksen irti.
23 Mutta he ahdistivat häntä suurilla huudoilla, vaatien Jeesusta ristiinnaulittavaksi; ja heidän huutonsa pääsivät voitolle.
24 Niin Pilatus tuomitsi heidän vaatimuksensa täytettäväksi.
25 Ja hän päästi irti sen, joka kapinasta ja murhasta oli vankeuteen heitetty ja jota he vaativat, mutta Jeesuksen hän antoi alttiiksi heidän mielivallallensa.
26 Ja viedessään häntä pois he saivat käsiinsä Simonin, erään kyreneläisen, joka tuli vainiolta; ja hänen olalleen he panivat ristin kannettavaksi Jeesuksen jäljessä.
27 Ja häntä seurasi suuri joukko kansaa, myös naisia, jotka valittivat ja itkivät häntä.
29 Sillä katso, päivät tulevat, jolloin sanotaan: 'Autuaita ovat hedelmättömät ja ne kohdut, jotka eivät ole synnyttäneet, ja rinnat, jotka eivät ole imettäneet'.
30 Silloin ruvetaan sanomaan vuorille: 'Langetkaa meidän päällemme', ja kukkuloille: 'Peittäkää meidät'.
32 Myös kaksi muuta, kaksi pahantekijää, vietiin hänen kanssaan surmattaviksi.
33 Ja kun saavuttiin paikalle, jota sanotaan Pääkallonpaikaksi, niin siellä he ristiinnaulitsivat hänet sekä pahantekijät, toisen oikealle ja toisen vasemmalle puolelle.
36 Myös sotamiehet pilkkasivat häntä, menivät hänen luoksensa ja tarjosivat hänelle hapanviiniä
44 Ja oli jo noin kuudes hetki. Niin yli kaiken maan tuli pimeys, jota kesti hamaan yhdeksänteen hetkeen,
45 sillä aurinko oli pimentynyt. Ja temppelin esirippu repesi keskeltä kahtia.
48 Ja kun kaikki kansa, ne, jotka olivat kokoontuneet tätä katselemaan, näkivät, mitä tapahtui, löivät he rintoihinsa ja palasivat kukin kotiinsa.
49 Mutta kaikki hänen tuttavansa seisoivat taampana, myöskin naiset, jotka olivat seuranneet häntä Galileasta, ja katselivat tätä.
50 Ja katso, oli neuvoston jäsen, nimeltä Joosef, hyvä ja hurskas mies, joka ei ollut suostunut heidän neuvoonsa ja tekoonsa.
51 Tämä oli kotoisin juutalaisten kaupungista Arimatiasta, ja hän odotti Jumalan valtakuntaa.
52 Hän meni Pilatuksen luo ja pyysi Jeesuksen ruumista.
53 Ja otettuaan sen alas hän kääri sen liinavaatteeseen. Ja hän pani hänet hautaan, joka oli hakattu kallioon ja johon ei oltu vielä ketään pantu.
54 Ja silloin oli valmistuspäivä, ja sapatti oli alkamaisillaan.
55 Ja naiset, jotka olivat tulleet hänen kanssaan Galileasta, seurasivat jäljessä ja katselivat hautaa ja kuinka hänen ruumiinsa sinne pantiin.
56 Ja palattuaan kotiinsa he valmistivat hyvänhajuisia yrttejä ja voiteita; mutta sapatin he viettivät hiljaisuudessa lain käskyn mukaan.
1 LEVANTANDOSE entonces toda la multitud de ellos, lleváronle á Pilato.
2 Y comenzaron á acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte la nación, y que veda dar tributo á César, diciendo que él es el Cristo, el rey.
3 Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y respondiéndo él, dijo: Tú lo dices.
4 Y Pilato dijo á los príncipes de los sacerdotes, y á las gentes: Ninguna culpa hallo en este hombre.
5 Mas ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.
6 Entonces Pilato, oyendo de Galilea, preguntó si el hombre era Galileo.
7 Y como entendió que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió á Herodes, el cual también estaba en Jerusalem en aquellos días.
8 Y Herodes, viendo á Jesús, holgóse mucho, porque hacía mucho que deseaba verle; porque había oído de él muchas cosas, y tenía esperanza que le vería hacer alguna señal.
9 Y le preguntaba con muchas palabras; mas él nada le respondió:
10 Y estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas acusándole con gran porfía.
11 Mas Herodes con su corte le menospreció, y escarneció, vistiéndole de una ropa rica; y volvióle á enviar á Pilato.
12 Y fueron hechos amigos entre sí Pilato y Herodes en el mismo día; porque antes eran enemigos entre sí.
13 Entonces Pilato, convocando los príncipes de los sacerdotes, y los magistrados, y el pueblo,
14 Les dijo: Me habéis presentado á éste por hombre que desvía al pueblo: y he aquí, preguntando yo delante de vosotros, no he hallado culpa alguna en este hombre de aquéllas de que le acusáis.
15 Y ni aun Herodes; porque os remití á él, y he aquí, ninguna cosa digna de muerte ha hecho.
16 Le soltaré, pues, castigado.
17 Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta.
18 Mas toda la multitud dió voces á una, diciendo: Quita á éste, y suéltanos á Barrabás:
19 (El cual había sido echado en la cárcel por una sedición hecha en la ciudad, y una muerte.)
20 Y hablóles otra vez Pilato, queriendo soltar á Jesús.
21 Pero ellos volvieron á dar voces, diciendo: Crucifícale, crucifícale.
22 Y él les dijo la tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ninguna culpa de muerte he hallado en él: le castigaré, pues, y le soltaré.
23 Mas ellos instaban á grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los príncipes de los sacerdotes crecían.
24 Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedían;
25 Y les soltó á aquél que había sido echado en la cárcel por sedición y una muerte, al cual habían pedido; y entregó á Jesús á la voluntad de ellos.
26 Y llevándole, tomaron á un Simón Cireneo, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.
27 Y le seguía una grande multitud de pueblo, y de mujeres, las cuales le lloraban y lamentaban.
28 Mas Jesús, vuelto á ellas, les dice: Hijas de Jerusalem, no me lloréis á mí, mas llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos.
29 Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron.
30 Entonces comenzarán á decir á los montes: Caed sobre nosotros: y á los collados: Cubridnos.
31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará?
32 Y llevaban también con él otros dos, malhechores, á ser muertos.
33 Y como vinieron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron allí, y á los malhechores, uno á la derecha, y otro á la izquierda.
34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes.
35 Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de él los príncipes con ellos, diciendo: A otros hizo salvos: sálvese á sí, si éste es el Mesías, el escogido de Dios.
36 Escarnecían de él también los soldados, llegándose y presentándole vinagre,
37 Y diciendo: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate á ti mismo.
38 Y había también sobre él un título escrito con letras griegas, y latinas, y hebraicas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.
39 Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate á ti mismo y á nosotros.
40 Y respondiendo el otro, reprendióle, diciendo: ¿Ni aun tú temes á Dios, estando en la misma condenación?
41 Y nosotros, á la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos: mas éste ningún mal hizo.
42 Y dijo á Jesús: Acuérdate de mí cuando vinieres á tu reino.
43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.
44 Y cuando era como la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona.
45 Y el sol se obscureció: y el velo del templo se rompió por medio.
46 Entonces Jesús, clamando á gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, espiró.
47 Y como el centurión vió lo que había acontecido, dió gloria á Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.
48 Y toda la multitud de los que estaban presentes á este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían hiriendo sus pechos.
49 Mas todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
50 Y he aquí un varón llamado José, el cual era senador, varón bueno y justo,
51 (El cual no había consentido en el consejo ni en los hechos de ellos), de Arimatea, ciudad de la Judea, el cual también esperaba el reino de Dios;
52 Este llegó á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
53 Y quitado, lo envolvió en una sábana, y le puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual ninguno había aún sido puesto.
54 Y era día de la víspera de la Pascua; y estaba para rayar el sábado.
55 Y las mujeres que con él habían venido de Galilea, siguieron también y vieron el sepulcro, y cómo fué puesto su cuerpo.
56 Y vueltas, aparejaron drogas aromáticas y ungüentos; y reposaron el sábado, conforme al mandamiento.