1 Niin hän kutsui kokoon ne kaksitoista ja antoi heille voiman ja vallan kaikkia riivaajia vastaan ja voiman parantaa tauteja.
2 Ja hän lähetti heidät julistamaan Jumalan valtakuntaa ja parantamaan sairaita.
4 Ja mihin taloon tulette, siihen jääkää, ja siitä lähtekää matkallenne.
6 Niin he lähtivät ja kulkivat kylästä kylään julistaen evankeliumia ja parantaen sairaita kaikkialla.
10 Ja apostolit palasivat ja kertoivat Jeesukselle kaikki, mitä olivat tehneet. Niin hän otti heidät mukaansa ja vetäytyi yksinäisyyteen lähelle Beetsaida nimistä kaupunkia.
11 Mutta kun kansa sai sen tietää, seurasivat he häntä; ja hän otti heidät vastaan ja puhui heille Jumalan valtakunnasta ja teki terveiksi ne, jotka parantamista tarvitsivat.
15 Ja he tekivät niin ja asettivat kaikki aterioimaan.
16 Niin hän otti ne viisi leipää ja kaksi kalaa, katsoi ylös taivaaseen ja siunasi ne ja mursi ja antoi opetuslapsilleen kansan eteen pantaviksi.
17 Ja kaikki söivät ja tulivat ravituiksi; ja heiltä jääneet tähteet kerättiin, kaksitoista vakallista palasia.
21 Niin hän vakavasti varoittaen kielsi heitä kenellekään tästä puhumasta
24 Sillä joka tahtoo pelastaa elämänsä, hän kadottaa sen, mutta joka kadottaa elämänsä minun tähteni, hän pelastaa sen.
25 Sillä mitä se hyödyttää ihmistä, vaikka hän voittaisi omaksensa koko maailman, mutta saattaisi itsensä kadotukseen tai turmioon?
26 Sillä joka häpeää minua ja minun sanojani, sitä Ihmisen Poika on häpeävä, kun hän tulee omassa ja Isänsä ja pyhäin enkelien kirkkaudessa.
28 Noin kahdeksan päivää sen jälkeen kuin hän oli tämän puhunut, hän otti mukaansa Pietarin ja Johanneksen ja Jaakobin ja nousi vuorelle rukoilemaan.
29 Ja hänen rukoillessaan hänen kasvojensa näkö muuttui, ja hänen vaatteensa tulivat säteilevän valkoisiksi.
30 Ja katso, hänen kanssaan puhui kaksi miestä, ja ne olivat Mooses ja Elias.
31 He näkyivät kirkkaudessa ja puhuivat hänen poismenostansa, jonka hän oli saattava täytäntöön Jerusalemissa.
32 Mutta Pietari ja ne, jotka olivat hänen kanssansa, olivat unen raskauttamia; mutta kun he siitä heräsivät, näkivät he hänen kirkkautensa ja ne kaksi miestä, jotka seisoivat hänen luonansa.
34 Ja hänen tätä sanoessaan tuli pilvi ja peitti heidät varjoonsa; ja he peljästyivät joutuessaan pilveen.
36 Ja äänen kuuluessa he huomasivat Jeesuksen olevan yksin. Ja he olivat siitä vaiti eivätkä niinä päivinä ilmoittaneet kenellekään mitään siitä, mitä olivat nähneet.
37 Kun he seuraavana päivänä menivät alas vuorelta, tuli paljon kansaa häntä vastaan.
39 ja katso, hänen kimppuunsa käy henki, ja heti hän parkaisee, ja se kouristaa häntä, niin että vaahto lähtee; ja vaivoin se hänestä poistuu, runnellen häntä.
42 Ja vielä pojan tullessakin riivaaja repi häntä ja kouristi kovin. Mutta Jeesus nuhteli saastaista henkeä ja paransi pojan ja antoi hänet takaisin hänen isällensä.
43 Ja kaikki hämmästyivät Jumalan valtasuuruutta. Mutta kun kaikki ihmettelivät kaikkea sitä, mitä Jeesus teki, sanoi hän opetuslapsillensa:
45 Mutta he eivät käsittäneet tätä puhetta, ja se oli heiltä peitetty, niin etteivät he sitä ymmärtäneet, ja he pelkäsivät kysyä häneltä, mitä se puhe oli.
46 Ja heidän mieleensä tuli ajatus, kuka heistä mahtoi olla suurin.
47 Mutta kun Jeesus tiesi heidän sydämensä ajatuksen, otti hän lapsen ja asetti sen viereensä
51 Ja kun hänen ylösottamisensa aika oli täyttymässä, käänsi hän kasvonsa Jerusalemia kohti, vaeltaaksensa sinne.
52 Ja hän lähetti edellänsä sanansaattajia; ja he lähtivät matkalle ja menivät erääseen samarialaisten kylään valmistaakseen hänelle majaa.
53 Mutta siellä ei otettu häntä vastaan, koska hän oli vaeltamassa kohti Jerusalemia.
55 Mutta hän kääntyi ja nuhteli heitä.
56 Ja he vaelsivat toiseen kylään.
1 Y JUNTANDO á sus doce discípulos, les dió virtud y potestad sobre todos los demonios, y que sanasen enfermedades.
2 Y los envió á que predicasen el reino de Dios, y que sanasen á los enfermos.
3 Y les dice: No toméis nada para el camino, ni báculo, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni tengáis dos vestidos cada uno.
4 Y en cualquiera casa en que entrareis, quedad allí, y de allí salid.
5 Y todos los que no os recibieren, saliéndoos de aquella ciudad, aun el polvo sacudid de vuestros pies en testimonio contra ellos.
6 Y saliendo, rodeaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio, y sanando por todas partes.
7 Y oyó Herodes el tetrarca todas las cosas que hacía; y estaba en duda, porque decían algunos: Juan ha resucitado de los muertos;
8 Y otros: Elías ha aparecido; y otros: Algún profeta de los antiguos ha resucitado.
9 Y dijo Herodes: A Juan yo degollé: ¿quién pues será éste, de quien yo oigo tales cosas? Y procuraba verle.
10 Y vueltos los apóstoles, le contaron todas las cosas que habían hecho. Y tomándolos, se retiró aparte á un lugar desierto de la ciudad que se llama Bethsaida.
11 Y como lo entendieron las gentes, le siguieron; y él las recibió, y les hablaba del reino de Dios, y sanaba á los que tenían necesidad de cura.
12 Y el día había comenzado á declinar; y llegándose los doce, le dijeron: Despide á las gentes, para que yendo á las aldeas y heredades de alrededor, procedan á alojarse y hallen viandas; porque aquí estamos en lugar desierto.
13 Y les dice: Dadles vosotros de comer. Y dijeron ellos: No tenemos más que cinco panes y dos pescados, si no vamos nosotros á comprar viandas para toda esta compañía.
14 Y eran como cinco mil hombres. Entonces dijo á sus discípulos: Hacedlos sentar en ranchos, de cincuenta en cincuenta.
15 Y así lo hicieron, haciéndolos sentar á todos.
16 Y tomando los cinco panes y los dos pescados, mirando al cielo los bendijo, y partió, y dió á sus discípulos para que pusiesen delante de las gentes.
17 Y comieron todos, y se hartaron; y alzaron lo que les sobró, doce cestos de pedazos.
18 Y aconteció que estando él solo orando, estaban con él los discípulos; y les preguntó diciendo: ¿Quién dicen las gentes que soy?
19 Y ellos respondieron, y dijeron: Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado.
20 Y les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Simón Pedro, dijo: El Cristo de Dios.
21 Mas él, conminándolos, mandó que á nadie dijesen esto;
22 Diciendo: Es necesario que el Hijo del hombre padezca muchas cosas, y sea desechado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día.
23 Y decía á todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame.
24 Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá; y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, éste la salvará.
25 Porque ¿qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y sé pierda él á sí mismo, ó corra peligro de sí?
26 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de este tal el Hijo del hombre se avergonzará cuando viniere en su gloria, y del Padre, y de los santos ángeles.
27 Y os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean el reino de Dios.
28 Y aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó á Pedro y á Juan y á Jacobo, y subió al monte á orar.
29 Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente.
30 Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías;
31 Que aparecieron en majestad, y hablaban de su salida, la cual había de cumplir en Jerusalem.
32 Y Pedro y los que estaban con él, estaban cargados de sueño: y como despertaron, vieron su majestad, y á aquellos dos varones que estaban con él.
33 Y aconteció, que apartándose ellos de él, Pedro dice á Jesús: Maestro, bien es que nos quedemos aquí: y hagamos tres pabellones, uno para ti, y uno para Moisés, y uno para Elías; no sabiendo lo que se decía.
34 Y estando él hablando esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor entrando ellos en la nube.
35 Y vino una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; á él oid.
36 Y pasada aquella voz, Jesús fué hallado solo: y ellos callaron; y por aquellos días no dijeron nada á nadie de lo que habían visto.
37 Y aconteció al día siguiente, que apartándose ellos del monte, gran compañía les salió al encuentro.
38 Y he aquí, un hombre de la compañía clamó, diciendo: Maestro, ruégote que veas á mi hijo; que es el único que tengo:
39 Y he aquí un espíritu le toma, y de repente da voces; y le despedaza y hace echar espuma, y apenas se aparta de él quebrantándole.
40 Y rogué á tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.
41 Y respondiendo Jesús, dice: Oh generación infiel y perversa! ¿hasta cuándo tengo de estar con vosotros, y os sufriré? Trae tu hijo acá.
42 Y como aun se acercaba, el demonio le derribó y despedazó: mas Jesús increpó al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se lo volvió á su padre.
43 Y todos estaban atónitos de la grandeza de Dios. Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo á sus discípulos:
44 Poned vosotros en vuestros oídos estas palabras; porque ha de acontecer que el Hijo del hombre será entregado en manos de hombres.
45 Mas ellos no entendían esta palabra, y les era encubierta para que no la entendiesen; y temían preguntarle de esta palabra.
46 Entonces entraron en disputa, cuál de ellos sería el mayor.
47 Mas Jesús, viendo los pensamientos del corazón de ellos, tomó un niño, y púsole junto á sí,
48 Y les dice: Cualquiera que recibiere este niño en mí nombre, á mí recibe; y cualquiera que me recibiere á mí, recibe al que me envió; porque el que fuere el menor entre todos vosotros, éste será el grande.
49 Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto á uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros.
50 Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.
51 Y aconteció que, como se cumplió el tiempo en que había de ser recibido arriba, él afirmó su rostro para ir á Jerusalem.
52 Y envió mensajeros delante de sí, los cuales fueron y entraron en una ciudad de los Samaritanos, para prevenirle.
53 Mas no le recibieron, porque era su traza de ir á Jerusalem.
54 Y viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma, como hizo Elías?
55 Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois;
56 Porque el Hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron á otra aldea.
57 Y aconteció que yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré donde quiera que fueres.
58 Y le dijo Jesús: Las zorras tienen cuevas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recline la cabeza.
59 Y dijo á otro: Sígueme. Y él dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre á mi padre.
60 Y Jesús le dijo: Deja los muertos que entierren á sus muertos; y tú, ve, y anuncia el reino de Dios.
61 Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida primero de los que están en mi casa.
62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano al arado mira atrás, es apto para el reino de Dios.