O Espírito Santo

26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, aquel os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho.


22 el cual también nos selló, y nos dio la prenda del Espíritu en nuestros corazones.


32 Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.


21 porque la profecía no fue en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo.


11 No me eches de delante de ti; y no quites de mí tu santo Espíritu.


30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual estáis sellados para el día de la redención.


5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.


3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, que se asentó sobre cada uno de ellos.

4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, como el Espíritu Santo les daba que hablasen.


16 y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que permanece con vosotros para siempre:


22 Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe,

23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.


5 Oídas estas cosas, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.

6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.


11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del mismo hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas que son de Dios, sino el Espíritu de Dios.


20 Mas vosotros, oh amados, edificaos a vosotros mismos sobre vuestra santísima fe, orando por el Espíritu Santo.

21 Conservaos a vosotros mismos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesús, el Cristo, para vida eterna.


20 Y pensando él en esto, he aquí el ángel del Señor se le aparece en sueños, diciendo: José, hijo de David, no temas de recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.


38 Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Cristo, para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.


7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.

8 Porque a la verdad, a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;

9 a otro, fe por el mismo Espíritu, y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu;

10 a otro, operaciones de milagros, y a otro, profecía; y a otro, discernimiento de espíritus; y a otro, géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.

11 Mas todas estas cosas opera uno y el mismo Espíritu, repartiendo particularmente a cada uno como quiere.


2 y de repente vino un estruendo del cielo como de un viento vehemente que venía con ímpetu , el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;

3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, que se asentó sobre cada uno de ellos.

4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, como el Espíritu Santo les daba que hablasen.


18 El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para predicar el evangelio a los pobres; me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados;


22 Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe,


5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.

6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es.

7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez.


16 y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que permanece con vosotros para siempre:

17 Al Espíritu de Verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis; porque permanece con vosotros, y será en vosotros.

18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.

19 Aún un poquito, y el mundo no me verá más; sin embargo vosotros me veréis; porque yo vivo vosotros también viviréis.

20 Aquel día vosotros conoceréis que yo soy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.

21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquel es el que me ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.

22 Le dice Judas, no el Iscariote: Señor, ¿qué hay porque te hayas de manifestar a nosotros, y no al mundo?

23 Respondió Jesús, y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.

24 El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído, no es mía, sino del Padre que me envió.

25 Estas cosas os he hablado estando con vosotros.

26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, aquel os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho.


17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde hay aquel Espíritu del Señor, allí hay libertad.


26 Pero cuando viniere el Consolador, el cual yo os enviaré del Padre, el Espíritu de Verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí.


33 Y yo no le conocía; mas el que me envió a bautizar con agua, aquel me dijo: Sobre quien vieres descender el Espíritu, y que permanece sobre él, éste es el que bautiza con Espíritu Santo.


21 Y aconteció que, cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió,

22 y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y fue hecha una voz del cielo que decía: TU eres mi Hijo amado, en ti es mi placer.


11 Y cuando os trajeren para entregaros, no premeditéis qué habéis de decir, ni lo penséis; mas lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.


19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, (el cual está) en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

20 Porque comprados sois por (gran) precio; glorificad, pues, (y traed) a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.


3 Por tanto os hago saber, que nadie que hable por el Espíritu de Dios, llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.


8 mas recibiréis la virtud del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, y en toda Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra.


31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaron la palabra de Dios con confianza.


7 Pero yo os digo la verdad: Os es necesario que yo me vaya; porque si yo no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.

8 Y cuando él viniere redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio.


18 El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para predicar el evangelio a los pobres; me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados;

19 para pregonar el año agradable del Señor.


19 Mas cuando os entregaren, no os apuréis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado qué habéis de hablar.

20 Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.


19 Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra, de toda cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.

20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos.


5 y la esperanza no será avergonzada; porque el amor de Dios está derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado.


14 ¿cuánto más la sangre del Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte para que sirváis al Dios viviente?


2 Ministrando pues éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra para la cual los he llamado.


1 Cuando se cumplió plenamente el día de pentecostés, estaban todos unánimes juntos en el mismo sitio;

2 y de repente vino un estruendo del cielo como de un viento vehemente que venía con ímpetu , el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;

3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, que se asentó sobre cada uno de ellos.

4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, como el Espíritu Santo les daba que hablasen.

5 (Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones religiosos, de todas las naciones que están debajo del cielo.)


16 ¿O no sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?


17 que el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo por el Espíritu Santo.


13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pidieren de él?


13 Y el Dios de esperanza os llena de todo gozo y paz creyendo; para que abundéis en esperanza por la virtud del Espíritu Santo.


18 Y no os embriaguéis de vino, en lo cual hay disolución; mas sed llenos de Espíritu;


19 Por tanto, id, y enseñad a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;

20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del siglo. Amén.